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martes, 1 de noviembre de 2011

Invisible fui, invisible soy.

Crecí en un ambiente de bipolaridad, literalmente. Primero era amor, después odio, raramente encontraba la misma persona cuando llegaba a la noche a mi casa, que la que había saludado a la mañana para irme a la escuela. Crecí escuchando mentiras, no solamente hacia mi, si no también entre las personas que se suponía fueran mis modelos a seguir. Tampoco me voy a victimizar y decir, tengo una vida de mierda, porque no es así, donde hubo llantos también hubo sonrisas, y no sonrisas de esas que te acordás sólo el por qué de ellas, si no, esas sonrisas de las que te acordás la imagen. Tenés el vívido recuerdo de ese momento, cuando esa persona sonrió, y te dejó esa sonrisa tan sincera guardada en la memoria, esa sonrisa que hasta el día de hoy te ponés a recordar cuando estás mal, y te serena, te calma saber que en algún momento esa persona fue feliz, y vos estuviste ahí para presenciar ese momento. Bueno, sigo, vivo en un entorno donde se pueden encontrar todo tipo de cosas, conozco gente involucrada en cosas de las que no me gusta hablar, gente que me entiende, gente que no. Tengo gente al rededor que en varios aspectos me gustaría entender, pero pensándolo, y re pensándolo, sería mejor que no. Aunque al final, admiro a esas personas, que día a día se bancan ese dolor tan grande, ese hueco inllenable (?) en su interior, gente tan fuerte como para levantar castillos, gente de la que tengo mucho que aprender. De un momento a otro, todo se derrumba, es tan rápido que es casi irreal. Pensar que un segundo estás soñando con el resto de tu vida, y al otro, el resto de tu vida terminó, es como si fuera ficción, como las películas. Tal vez es eso, crecí mirando películas y leyendo libros con finales felices, finales perfectos, finales que solamente existen en las películas y/o libros. Y desearía tanto que muchas de las personas que tengo guardadas en mi memoria hubiesen tenido un final perfecto, y vaya a saberse si hubiere sido final, ojalá estuvieran acá conmigo mis abuelos enseñándome a jugar a las cartas, amigos de los que a pocos pude decirles adiós esperanzada decírselos después, cuando ese después nunca llegó. Ojalá volvieran todas la yo de antes, si... increíblemente me gustaría volver a ser esa nena que grita por un poco de atención, tan llena de inocencia.
Me compadezco de mi misma, ¿estoy rogando por el pasado? ¿por que volver a vivir todos esos momentos traumáticos que hoy, muchas veces, no me dejan dormir en paz? tendría que agradecer el poder estar escribiendo esto, pero no lo estoy, estoy llorando por las personas que merecieron una segunda oportunidad que nunca se les dio. Pero, ¿qué más puedo hacer? no soy Dios, si es que existe, soy solamente una persona que lo único que puede hacer es escribir un maldito blog, y sacarse la bronca que tiene encima por no poder hacer nada por un mundo que de a poco se va quedando sólo con personas que no valen la pena.

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