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viernes, 1 de julio de 2011

La torta me salió bien.

Si, al fin. Gracias divinidad! Después de tres intentos fallidos, la torta de naranja me salió bien, oh si. Comí un pedacito nomás, no tengo ganas de comer torta.
Hoy llegó mi hermano del medio, Patricio. Seguido de mis sobrinos, los hijos del más grande, Rodrigo. Ni bien entraron empezaron a preguntar donde estaba yo, eso, debo admitir, me sacó una sonrisa. Agustín vino y se sentó conmigo en la computadora, nos pusimos a jugar a un jueguito re boluuuuudo, no podía creer que yo a mis quince años estuviera jugando a eso. En fin, empezó la presentación (gracias Mili) de la inauguración de la copa américa, me pareció re tierno, pero medio denso. Yo, por supuesto, sentada en el sillón más cómodo de la casa. Llegó Patricio, gritando que me corra porque quería el sillón, yo no dije nada, me corrí. Me senté en la computadora. La propaganda del partido, ergo, Patricio gritando que me corra de la computadora, argumenté (?) que para qué me había pedido el sillón si ahora quería la computadora, respondió que era solamente por cinco minutos, le cedí la computadora y me fui a sentar en el sillón otra vez. Anunciaron que iba a empezar el partido, adiviná. Si, Patricio pidiendo el sillón a gritos. Me cansé, le grité si alguna vez me iba a pedir las cosas bien. Sonrió. Dijo que tenía razón y se agachó a abrazarme, lo corrí, se resistió. Finalmente, me dejé abrazar. Y traté de recordar alguna otra vez que Patricio Simón Martinez Binelli me haya abrazado. Nada. Pensé en alguno de mis cumpleaños. Nada. Alguna vez que hayamos pasado mucho tiempo sin vernos (casi siempre). Otra vez, nada. Entonces me puse a pensar en las personas que dicen que aman a sus hermanos, que son súper unidos, que no pueden vivir sin ellos, que viven abrazados, que tienen mensajes gratis entre ellos, que se cruzan en la calle y se hablan, se cuentan todo. Cosas que mis hermanos y yo, usualmente, no hacemos, ni hicimos, y creo que tampoco hagamos. Lo mismo pasa con sus padres, se cuentan todo, se llaman constantemente, se tienen toda la confianza del mundo. ¿Mis papás y yo? Cero, nada, no. Es más, hay días en que cruzamos un par de palabras únicamente, y la mitad son gritando. Pero supongo que no soy la única. Espero no ser la única. Creo que la última vez que mis papás me abrazaron los dos juntos fue en mi cumpleaños, para una foto familiar. Y antes de ésa, cuando cierto pelotudo me mandó un mensaje, diciéndome que me había metido los cuernos, y me largué a llorar en el baño durante veinte minutos antes de salir corriendo a la casa de Vir, si Vir, tu casa Vir. Arre, bueno, ejém. La cosa era que no soy muy unida a mis papás, ni a mis hermanos, a pesar de que me súper malcrían, todos ellos. Ahora ya es muy tarde para empezar una relación nueva. Nose, me parece medio raro, ya estoy tan acostumbrada a estar así. 
Me di cuenta que estoy escribiendo cualquier cosa, asique mejor me voy :D 
Los adora, Antú.
P/D: Como verán me copé editando las fotos con temas espaciales. Tengo problemas.

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