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lunes, 11 de julio de 2011

Escribo porque el alma me lo dicta.

Me contaron que andás diciendo que sos y fuiste mucho para mi, que no puedo vivir sin vos, que presumís haber roto mi corazón. Ahora me doy cuenta; nunca me quisiste. Te burlás del placer que yo te di, de los mil mensajes de amor que gasté, de las mil sonrisas que te brindé. Te quejás de que nunca te hice sentir amado, ni te hice feliz aunque todos saben que no es así. Que solo fui en tu vida un pequeño error. Acordáte que yo te di mi vida, y todo lo que te debía te lo pagué. Acordáte que todo lo que sube baja. Que amor con amor se paga, y yo te amé. Ahora estás en deuda conmigo, yo te enseñé mil cosas y lo sé, no soy tonta. Me siento poderosa al decirte que no, cosa que antes no podía. Y sin embargo, ya la inspiración se me acaba en cada verso. Tal vez vos eras mi inspiración, y como ya me quedé sola, la inspiración también me abandonó. Quizás el amor y las ganas de escribir vinieron juntas. ¿Puedo decir, entonces, que ya no te amo? La pregunta de la vida. Supe cuando te amé. ¿Cuándo sabré que dejé de hacerlo?


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