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miércoles, 13 de julio de 2011

La niebla.

Abrí la puerta de mi casa con destino al colegio. Cuando me digné a mirar hacia afuera, descubrí que cada centímetro, a casi dos metros de mi, estaba cubierto de una gran nube de niebla, incluso yo, pero no me daba cuenta. El colectivo llegó a la esquina después de dejarme varios minutos pensando en el frío que dominaba mi cuerpo, y en la humedad que poco a poco me erizaba el pelo.
Sentada junto a la ventana recordé como era la calle, ya que la niebla no dejaba ver más que unos metros al rededor del colectivo, y algunas luces de autos. Ésto me hizo pensar en la inmensidad del mundo, y lo poco que hay a la vista de él, lo poco que mis ojos conocen.
Bajé del colectivo, cruzé la calle, y lo único que pude ver fueron unas cuantas figuras negras, indistinguibles desde la distancia. Ésto me recordó que lo que la gente mira en las personas, generalmente, es lo de afuera, cuando lo que realmente importa es lo que no se vé. Lo que está más allá de la superficie, y desgraciadamente no a la vista de ésos que viven apurados, y no se detienen a conocer a alguien realmente, cosa que muchas personas hacen conmigo, aunque no niego que yo lo haga.
Pero en realidad, nose ni de que me quejo, tengo amigos de verdad, muchos de ellos, en un mundo de gente falsa, que se deja guiar por comentarios ajenos, yo tengo muchos amigos. Que sé que me acompañan en todas, sea a un par de metros o a miles de kilómetros. Personas que hacen falta, a mi me llegan de todos lados, y gracias a dios que deciden quedarse conmigo. Les estoy eternamente agradecida, a cada una de las personas que me ayudó, ayuda y ayudará siempre, a disipar la niebla de mis ojos cuando no pueda ver, pase lo que pase.

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