Seguidores

miércoles, 6 de julio de 2011

2 8 . 1 0 . 1 0

A siete meses de tu partida, son las 14:03 de la tarde, a esta hora yo estaba llorando en tu velorio. Me acuerdo perfectamente, ese maldito día en el que a las 10.05 de la mañana sonó mi celular, yo muy feliz y dormida me digné a leer el mensaje, que sinceramente cambió mi vida. Un amigo se había ido. Un amigo, un hermano, alguien cuyo paso por mi vida fue muy grande.
La vida es así de caprichosa, ciega y como todos saben, injusta. A mi me dicen que Dios no comete errores, yo sé que estás bien donde quiera que estés, tal vez, en ese supuesto lugar mejor del que todos presumen. Pero ya no confío en Dios. Pocos me comprenden, cuando digo que daría lo que fuera necesario dar para escucharte reír una vez más amigo mío. Por abrazarte, y decirte que hubiera preferido que fuera al revés; yo allá y vos acá feliz de estar vivo, sabiendo que te estoy cuidando, sonriendo sólo por el hecho de verte feliz a vos. No hay palabras que se adecuen al momento, pero vos mejor que nadie sabés, amigo, que si hubiera tenido que cortarme las piernas para que estuvieras acá con nosotros, con mucho gusto me hubiera quedado en silla de ruedas por vos, amigo, compañero.
Me falta algo, nose qué es lo que es, pero algo, y tiene mucho que ver con vos y tu paso por mi vida, con lo especial que te hiciste para mi con el pasar del tiempo, con lo rápido que te hiciste valer. ¿Cómo no extrañarte? Cómo no sentir que me falta algo, si lo que me falta son tus consejos, tus chistes, tus jodas, tus ganas de sacarme una sonrisa siempre.
Cómo no sentir que me falta algo, si lo que me falta sos vos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario