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lunes, 20 de enero de 2014

20/01/2014

Anoche fui a dormir a lo de una amiga, con un gran esfuerzo realmente, porque la modorra me mantenía atada a la cama. Como de costumbre fue una noche llena de risas ya que en el momento de estar juntas nos potenciamos en idiotez. Nos pusimos a mirar una peli aprovechando la tranquilidad del patio, dos de tres cayeron rendidas ante el cansancio, menos quien? Antú, buena amiga del insomnio. Morfeo decidió visitarme a las 6am, ya amaneciendo.
A las nueve le suena el celular a una de las chicas, tengo vagos recuerdos de ese momento, fue algo de: "dijo tu papá que te está viniendo a buscar porque tienen que viajar urgente". Tratando de hacer memoria se me vino a la mente la frase de mi papá haciendo referencia a un viaje a Rosario, me alegré, no íbamos a ir hasta la semana que viene. Prendo el celular, esquivo las 17 llamadas perdidas de mamá y papá, los 12 mensajes de texto, y llamo al señor en cuestión.
-si?
-papi, que pasó?
-falleció el tío Antonio
-*no reaccioné* quien?
-tu tío, el tío Antonio
-*escarbando en la cabeza, caí* ah... bueno, chau
fin de la conversación
Cuatro palabras bastaron para sacarme completamente de mi eje, mi mundo se sacudió.
Antonio, mi tío, el marido de la hermana de mi mamá, padre de cuatro, simpático como él solo, dueño de una risa única e iluminadora, y de millones de virtudes más... fallecido.
No reaccioné.
Llegó mi papá, un vez más repetí la pregunta "papi, que pasó?". "Antonella y la tía están bien, Juan Cruz en terapia intensiva, y Tomás grave, lo estaban llevando al hospital de Olavarría"
No reaccioné.
Pensé "voy a llegar directo al hospital, saludarlo a Tomasito y decirle que todo va a estar bien"
Llegué a casa, mamá lloraba, abrazo fuerte. Ordenando la ropa del bolso se me bajó la presión, caramelo a la boca y un trapo frío en la cabeza. Suena el teléfono, atiende mamá: -Estela, si... si... bueno decime... *cinco interminables minutos de silencio* AY ESTELA!!! *corta y revienta el celular contra la pared* mi mamá con todo su poder de reacción había escuchado dos de las palabras más horribles de la vida... "falleció Tomasito".
Mientras mi mamá se desarmaba llorando yo recopilaba imágenes de mi primo, a quien aprendí a adorar en sus últimos 16 años. Tomás, Tomi, Tomasito, mi negro favorito, simpático como el padre, con la facha del hermano mayor y la sonrisa de la hermana, un divino, con la capacidad de hacer reír a cada instante... fallecido.
Reaccioné.
"Tomás?" pensaba... "Tomás!!" mientras me daba la cabeza contra la puerta tratando de despertar, no lo creía, sigo sin creerlo, la desesperación de imaginarme un mundo con un Tomás menos, con un Antonio menos, personas que realmente hacían del mundo un lugar menos horrible, personas necesarias en la vida de todos. Ya no estaban... y ahora? "y ahora la vida sigue" pensé, que frase tan desgarradoramente cierta. Desde mi cumpleaños, el 13/01 había estado necesitando a mis primos, solo para escucharles la voz, reír, y por un rato dejar de extrañarlos.
Seis horas de viaje hasta Olavarría, de las cuales cinco me pasé pensando en ir a abrazarlo a Tomás, pero, a donde? El ya no estaba, ya no podía sentir mis abrazos, ni tratarme de mentirosa al primer "te quiero". Ya no.
Recordé situaciones similares... Iván, mi abuelo, mi tía. Recordé amigos soportando el mismo dolor que yo. Recordé la risa de Tomás y Antonio. Recordé felicidad, porque eso eran ellos, felicidad.
Y así es como los vamos a recordar, y como se recuerdan a todas las personas que pasan por nuestra vida, siempre dejan algo en nosotros y siempre se llevan algo nuestro cuando se van.
Hoy hay cientos de personas llorando por mi tio y mi primo, y así es como se mide la vida de las personas, lamentablemente. En cuánto lloran sus amigos y familiares por ellos.

Otra vez recuerdo "la vida sigue" y así es, y los días pasan, y el dolor se desvanece. hoy en mi pecho siento el recuerdo de tu calor. 

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