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martes, 22 de noviembre de 2011

Ellos.

A veces somos dos, a veces tres, a veces cuatro. A veces ocho, con un máximo de trece integrantes se nos hizo muy difícil mantener una relación estable con todos ellos. Que si estás mas con él/ella no sos más mi amigo, que si me jodes con mi hermana sos un gil, que si estás con el que me gusta/aba no tenés códigos, que sos falso, que hablas mal de mi a mis espaldas y me buscas sólo y si me necesitas. Como en cualquier grupo numeroso es difícil estar bien con todos, yo por lo menos trato de estarlo, cosa que sinceramente nose si me sale muy bien. Por un lado están ellas, que entienden todas y cada unas de las palabras que les digo, pero se me hace muy difícil que me escuchen, por el otro lado están ellos, que me escuchan, pero pocos me entienden. "Los amo a pesar de todo", una frase que se hizo frecuente en mi vocabulario diario, porque, es verdad, hay momentos en que digo, que loco pelotudo, o que mina enferma, me sacan, no los quiero ver más. Pero finalmente son ellos los que lograron sacarme una sonrisa en mis peores momentos, los que me aceptaron como soy y (hasta cierto punto) no trataron de cambiarme. Aprendí demasiado de ellos, y con todo el desprecio (si, desprecio) que hoy les tengo quiero decirles GRACIAS. De todas las formas posibles me ayudaron a ser más fuerte; me enseñaron a aprender de mis errores, pero también aplaudieron mis victorias. Quiero repetir, aunque sepa que solamente un par de las personas que integran el grupo al cual estoy describiendo lean esta entrada, que a pesar de todo, los amo inmensamente, y aunque en este 2012 que se acerca, seamos todavía menos, y estemos menos unidos que antes, siempre una marca suya llevará mi corazón.
Antú.

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