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martes, 28 de junio de 2011

Saca tu mano de mi alma, saca tu sueño de mi almohada.

Y con el frío llega la nostalgia de sus abrazos. De sentirme segura cerca de él, sin miedo. De saber que en el mundo hay alguien que necesita estar conmigo tanto como yo con esa persona. Alguien que sabe todo de mi, y sin embargo me quiere así, con todos mis defectos, con mis perfectamente imperfectos cambios de humor, con mis puteadas al aire, con mi fuerza incontrolable, con mi mala onda cuando hace frío, con mi siempre presente necesidad de querer conseguir algo que no tengo, que no puedo tener; siempre queriendo más, pretendiendo que todo me caiga del cielo; con las pocas ganas de vivir que me quedan cuando el invierno toma lugar. Y siempre, siempre negándome a mi misma la felicidad, cuando estoy apunto de alcanzarla me auto-estropeo la vida, me hago mal a mi misma. Sencillamente, una idiota en potencia. Y hoy sigo rogando por su presencia ante mi, aunque me desilusione una, y otra, y otra, y otra vez, como ya lo hizo una, y otra, y otra, y otra vez.
Y siento que el único ser vivo que me apoya y me acompaña hoy, es mi gato Oscar, sentado en mi regaso, observando atentamente como escribo en mi blog, descargándome. Pero tengo la leve impresión de que sigue conmigo solo porque soy yo la que los alimenta a él, a su hermana y a su madre todos los santos días. Maldición, un gato es mi única compañía a los quince años. Me siento como las viejas esas que tienen 544553 animales en la casa y ni un amigo. Bueno, en fin. Hace frío.

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